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La salida del conflicto


Las elecciones del 20 de octubre han terminado mal.
En este sentido, en vista del escenario extremadamente belicoso en que ha ingresado Bolivia, y con la urgente necesidad de resolver tan delicada situación, deseo poner en consideración, ante toda la población, que hoy recuerda a nuestros amados muertos, esta posible salida del conflicto.
Sucede que, a causa de los actos torpes señalados por la interrupción sin argumentos del TREP y la inclusión de inhabilitados como parte del padrón, mostrando luego del corte un extraordinario cambio de tendencia del TREP, no atribuido a la votación del área rural, como argumenta la candidatura del MAS-IPSP, pues para cualquiera que tenga la información de los cuadros Excel del TREP es claro que esta votación faltante correspondía a ambas áreas, no deja otra opción al electorado, naturalmente al afectado por este proceso totalmente anormal, que concluir que los resultados de las elecciones del 20 de octubre proclamados por el TSE son inaceptables. Abundada esta situación por el informe preliminar de los veedores de la OEA que señala y observa una serie de irregularidades, también respaldado por la UE. Observaciones que hasta la fecha el TSE no ha respondido.
Este escenario ha provocado una reacción extraordinaria de los electores, que han salido a las calles a instalarse en una resistencia pacífica, ante lo cual el gobierno, liderado por Juan Evo Morales, ha reaccionado de la peor manera posible ordenando un cerco a las ciudades, en una acción imperdonable de lessa bolivianidad provocando la ejecución de acciones violentas como yo mismo señalé en mi anterior columna “La irresponsabilidad y el descontrol”. Esto ya ha cobrado su cuota: Tenemos que lamentar dos muertos en Santa Cruz. Urge pues parar el derramamiento de sangre.
No queda otra opción entonces que una solución política al conflicto.
En primer lugar, se impone que este proceso electoral sea desconocido por los participantes, como base además para la auditoría de la OEA, que no solo debería responder a las observaciones de sus propios veedores, sino responder a las infinitas demandas de irregularidades, malos cómputos, y arbitrarias decisiones del TSE, ya que de lo contrario se ve impedida de dar su veredicto, por la preclusión que implica el cierre de los resultados por el TSE.
Independientemente de esta auditoría, que podría revelar algunos detalles, se impone que este proceso electoral deba ser anulado, ya que, finalmente, se hace imposible determinar un fraude, que si se lo hizo, se ejecutó sin huellas en el periodo de los cortes, quedando en entredicho por la falta de transparencia y torpeza con que los vocales del TSE han actuado.
Asimismo, para viabilizar esta propuesta, la Asamblea Legislativa Plurinacional de Bolivia debe ser disuelta en espera de la nueva asamblea producto de la repetición de elecciones, permitiendo de esta manera la conformación de un Organismo Electoral Plurinacional que sustituya al actual, ya sin ninguna credibilidad, conformado por personas probas que sean aceptadas por todos los frentes electorales, quienes deben instalar una elección general transparente y de actos absolutamente públicos de cómputo y conteo, supervisados por los mismos frentes y por la población en general, ahora que la tecnología lo permite.
Este Organismo Electoral debe convocar a elecciones inmediatas con resultados antes del 22 de enero de 2020, lo que obliga a la participación de los mismos contendores de la elección del pasado 20 de octubre para evitar dilaciones y rupturas de la voluntad popular, que ya no son admisibles.
Hasta lograr este cometido, la presión social debe permanecer en las calles a fin de que tanto el partido oficialista, la comunidad internacional, así como todos los organismos del Estado comprendan el clamor de los bolivianos.

Gary Daher

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